Por Beatriz Edo Alfonso
•
15 de diciembre de 2020
(Este artículo fue publicado originalmente el 14/05/2013.) Cuando uno acude como público a pasear, y disfrutar de un recinto ferial, tomando algo en uno de sus múltiples bares, comprando un botijo o cualquier detalle típico, montando en las atracciones e incluso asistiendo a conciertos, desconoce la otra realidad, la de los profesionales que desarrollan sus actividades para que nosotros podamos disfrutar. No se trata solo de los empresarios, que en ella se dan cita, la hostelería, atracciones, venta al por menor, también se trata de sus proveedores, desde la venta de comestibles, las compañías eléctricas, los talleres de reparación, etc.… Y, finalmente, una parte del engranaje, más a la sombra, pero necesaria, como es la de los servicios legales, pues es grande la cantidad de disposiciones legales que afectan a esta actividad. En la Feria, se han de cumplir, requisitos administrativos, tales como las Ordenanzas Municipales, y los pliegos de adjudicación de la misma, dependiendo de la forma de gestión de esta. Asimismo, en cuanto a los puestos, estos han de pagar sus correspondientes tasas al Ayuntamiento, o precios a la adjudicataria de la gestión del Ferial. Han de cumplir requisitos técnicos, tales como certificado de montaje y boletín de instalación eléctrica, junto con los requisitos de Sanidad, que obviamente varían en función de qué tipo de puesto se trate, y que en todo momento buscan la mayor seguridad e higiene para el consumidor. En el apartado de seguros, no solo todos los automóviles y negocios han de contar con los preceptivos seguros, sino que los empresarios de los mismos, deben tener seguro de responsabilidad civil.